Desde la invasión proveniente de Europa, disfrazada de conquista por los historiadores, América Latina ha sido fuente de recursos naturales y humanos que han sido explotados de manera indiscriminada por parte de grupos económicos que han encontrado en sus tierras riquezas de distintos tipos que han proporcionado enriquecimiento a consta del robo y la muerte de los habitantes de estas tierras.
Como al caído caerle… nos han robado y explotado, primero Europa (porque España tenía la vaca y el resto de Europa se tomaba la leche), y luego Los Estados Unidos. Los que se llevaron metales preciosos, recursos naturales y exterminaron a las comunidades indígenas son a quienes ahora pedimos financiación de una deuda que se nos ha creado; en el asumir planes de intervención agenciados por instituciones internacionales como el FMI y el BM, quienes establecen recetas económicas que tienen que ser cumplidas por los gobiernos para garantizar nuestro lugar en la periferia de la estructura sistema-mundo.
Como al caído caerle… nos han robado y explotado, primero Europa (porque España tenía la vaca y el resto de Europa se tomaba la leche), y luego Los Estados Unidos. Los que se llevaron metales preciosos, recursos naturales y exterminaron a las comunidades indígenas son a quienes ahora pedimos financiación de una deuda que se nos ha creado; en el asumir planes de intervención agenciados por instituciones internacionales como el FMI y el BM, quienes establecen recetas económicas que tienen que ser cumplidas por los gobiernos para garantizar nuestro lugar en la periferia de la estructura sistema-mundo.
A pesar de los procesos de aculturación producidos en América latina, la inserción en procesos interculturales y en dinámicas de mercado capitalistas, se hacen presentes mingas y formas de trabajo comunitario que posibilitan la reflexión en torno a formas alternas de producción que no se basan en la acumulación exacerbada de capital ni en la explotación del trabajo ajeno, sino en la búsqueda conjunta del beneficio común. Sin caer en el romanticismo contemporáneo hacia las comunidades indígenas, se puede encontrar en ellas la huella mnémica de un pasado diferente y la posibilidad de crear formas alternativas de producción y de comunicación que se adecuen a las formas cotidianas propias de nuestro contexto natural y social.
Volver a lo que nos es propio implica la reconstrucción de nuestra historia; historia rota por los escritos unilaterales de los “vencedores”, enterrada bajo la amnesia social, pero rescatada de los resquicios culturales que aún nos determinan como seres sociales e interculturales distinguibles.
El subdesarrollo no es una etapa del desarrollo. Es su consecuencia. El subdesarrollo de América Latina proviene del desarrollo ajeno y continúa alimentándolo.
Eduardo Galeano
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